miércoles, 5 de junio de 2013

Vamos de cuentos... ¡Esto me pertenece!








Una anciana falleció y fué llamada por los ángeles ante el Tribunal.
Pero al examinar su historial, el juez descubrió que aquella mujer no había realizado un solo acto de caridad, a excepción de cierta ocasión en que había dado una zanahoria a un mendigo famélico.

Sin embargo, es tan grande el valor de un simple acto de amor que se decretó que la mujer fuera llevada al cielo por el poder de aquella zanahoria.
Se llevó la zanahoria al Tribunal y le fué entregada a la mujer. En el momento en que ella tomó en su mano la zanahoria, ésta empezó a subir como si una cuerda invisible tirara de ella, llevándose consigo a la mujer hacia el cielo.


 


Entonces apareció un mendigo,el cual se agarró a la orla del vestido de la mujer y fué elevado junto a ella; una tercera persona se agarró al pie del mendigo y también se vió transportado.
Pronto se formó una larga hilera de personas que eran llevados al cielo por aquella zanahoria. Y, por extraño que pueda parecer, la mujer no sentía el peso de todas aquellas personas que ascendían con ella; y además como ella no dejaba de mirar al cielo, ni siquiera los veía.

Siguieron subiendo y subiendo, hasta llegar prácticamente a las puertas del cielo. Entonces la mujer miró hacia abajo para echar una última ojeada a la Tierra, y vió toda aquella hilera de personas detrás de ella. Aquello la indignó, y haciendo un imperioso ademán con su mano, gritó:
¡Fuera!, ¡Fuera todos de ahí!, ¡Ésta zanahoria es mía!

Pero, al hacer aquel imperios gesto, soltó la zanahoria por un momento... y se precipitó con todos hacia abajo.
Hay un solo motivo de todos los males de la Tierra, y es pensar:
¡esto me pertenece!.