Aunque su historia
fué siempre un misterio se piensa que se crearon hace unos 3.000
años, cuando la Edad de Bronce china.
Cuentan que hace
mucho tiempo cayó un meteorito cerca de una aldea, al caer, éste se
desintegró en muchos trozos. Los habitantes del pueblo hicieron con
este metal un cuenco para las ofrendas sagradas, dándose cuenta que
al rozarlo con una vara de madera emitía sonidos, y éstos a su vez
producían beneficios saludables.

Así, desde hace
siglos los lamas tibetanos siguen fabricando estos cuencos
utilizándolos tradicionalmente para la sanación y meditación. Cada
uno tiene un sonido básico, y de éste derivan otros tonos, más
altos y más bajos.
Se hacen con una
aleación de 7 metales, correspondientes a 7 cuerpos celestes:
- Oro: el Sol.
- Mercurio: Mercurio.
- Plata: la Luna.
- Hierro: Marte.
- Estaño: Júpiter.
- Plomo: Saturno.
- Cobre: Venus.
Cuando se hacen sonar los cuencos, las vibraciones penetran por todo el cuerpo y sus sonidos son capaces de encontrar los bloqueos energéticos, siendo utilizado más cada vez con fines terapéuticos.
Sus vibraciones nos
inducen a una relajación total, armonizando nuestro ser. Además
limpia nuestra aura y los chakras, equilibra los hemisferios
cerebrales, estimula la meditación y limpia el entorno de energías
negativas.