miércoles, 3 de julio de 2013

Hablemos de ... Confucio


 




 “La situación en que nos hallamos cuando todavía no se han desarrollado en nuestro ánimo la alegría, el placer, la cólera o la tristeza, se denomina “centro”. En cuanto empiezan a desarrollarse tales pasiones sin sobrepasar cierto límite, nos hallamos en un estado denominado “armónico” o “equilibrado”. El camino recto del Universo es el centro, la armonía es su ley universal y constante.”







   Este es un fragmento del 2º de los “Cuatro Libros” de Confucio.
  Aunque siempre he oído su nombre, no ha sido hasta hace poco tiempo que, por casualidad cayó en mis manos un libro, “Analectas”; empecé a leerlo con más curiosidad que interés y enseguida me empezó a gustar y a leerlo con ganas.
Este libro es el mayor trabajo sobre el Confucianismo. Son unos escritos en los que se tratan las charlas y las enseñanzas a sus discípulos. Y vamos a conocer algo de su biografía: Confucio fué un filósofo y pensador chino (551 a. C _479 a. C.). Nació de una familia noble pero arruinada, lo que no impidió que recibiera una buena educación. Su nombre era Kong Zi o Maestro Kung, y siglos después los jesuítas latinizaron su nombre como lo conocemos en Occidente: Confucio. Cuando tenía 3 años su padre murió, dejando a la familia aún mas pobre.







Ya de mayor estuvo muchos años intentando transmitir sus ideas de justicia y libertad, pero al no tener éxito decidió dedicarse a la enseñanza, y pronto se rodeó de numerosos discípulos. A partir de ahí se creó el “Confucianismo”, que no es más que “el conjunto de enseñanzas y doctrinas predicadas por el filósofo chino”, siendo un gran referente en la historia de China, que durante muchos siglos tuvo sus enseñanzas como religión principal.







Algunos de sus pensamientos:

Aquel que procura asegurar el bienestar ajeno,ya tiene asegurado el suyo.


 


Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla.




El hombre de bien exige todo de sí mismo. El hombre mediocre espera todo de los otros.


 


Saber lo que es correcto y no hacerlo es la peor cobardía.


 


Cuando veas un hombre bueno, intenta imitarlo; cuando veas un hombre malo, examínate a tí mismo.


 


No son las malas hierbas las que sofocan el grano, es la negligencia del labrador.




Algún dinero evita preocupaciones, mucho, las atrae.


 


Exige mucho de tí mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos.




Por muy lejos que el espíritu vaya, nunca irá más lejos que el corazón.


 


Cuando el objetivo te parezca difícil, no cambies de objetivo; busca un nuevo camino para llegar a él.


 


Me lo contaron y lo olvidé; lo ví y lo entendí; lo hice y lo aprendí.


 


Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio.






 






1 comentario: